viernes, 8 de julio de 2011

Las estrategias sexuales ¿humanas? Parte 3

También podemos encontrar diferencias  en la forma de expresión entre hombres y mujeres de algunas estrategias sexuales. La diferencia entre hombres y mujeres solo se da en las áreas en las que se enfrentaron a problemas adaptativos y los solucionaron de forma diferente. Pueden diferir en estrategias sexuales determinadas, sin embargo, no en la capacidad innata para poner en práctica dichas estrategias [1]. Es decir, las diferencias en las estrategias sexuales forman parte de la capacidad adaptativa de cada sexo. Por ejemplo, la mujer busca mantener relaciones estables por el hecho de que tiene la responsabilidad del embarazo y la alimentación de la cría en sus inicios. Por lo tanto, tiene que buscar hombres que se involucren en la paternidad y el cuidado de la cría y de la madre. Esto cambia la estrategia masculina, puede decidir entre si tener mayor acceso sexual a varias mujeres sin estar seguro de si es padre o no, o ser fiel a una, procurarla y aumentar la probabilidad de que sea suya la descendencia. Como se puede observar, otra vez se abre la gama de posibilidades de expresión de una estrategia sexual o reproductiva, sin volverse regla.

En las estrategias sexuales en el ser humano, no tomaremos en cuenta si son con fines reproductivos o no. Tampoco si son con fines de emparejamiento o no. En la conducta sexual humana existe toda esta variabilidad y ninguna puede ser excluida al hablar de este tema. Esta variabilidad se da gracias a la interacción del ser humano y la cultura. Dependiendo donde se desarrolle un miembro de la especie, adoptara las variables en las estrategias sexuales de la cultura que lo rodea. El hombre gracias a la evolución cultural ha logrado desvincular el placer sexual y la reproducción. Edgar Gregersen afirma que la sexualidad se ha transformado de puro hecho biológico en un eje sobre el que giran códigos éticos y sociales de conducta. Estos códigos cambian de acuerdo a cada sociedad y es lo que le da la variabilidad. Uno de los aspectos biológicos que marcan la desvinculación del placer con la reproducción es que la mujer carece de estro, esto permite ocultar su ovulación. Debido a esto los apetitos y necesidades sexuales en el ser humano están presentes a lo largo de todo el ciclo menstrual. No hay barreras fisiológicas u hormonales que impidan el coito [2]. Por lo tanto, la conducta sexual en los seres humanos ha cambiado, de ser un simple fin biológico para preservar la especie, paso a tener un componente hedónico (sentir placer).  Por este motivo el fin último de la reproducción se convierte en un componente secundario del encuentro sexual entre dos individuos de la especie.

Pero, ¿Por qué cambio el objetivo de la conducta sexual de los humanos?, ¿Cuál fue el motivo por el que nosotros mantenemos relaciones para satisfacer un fin hedónico? La respuesta a estas preguntas tal vez este en la culturalización. Al desarrollarse la cultura en los seres humanos, muchos de los aspectos biológicos adaptativos tuvieron un cambio y entre ellos la conducta sexual. Otra de las posibles respuestas es la evolución de nuestro cerebro hedónico, gracias a lo cual muchas cosas nos causan placer y las realizamos solo con el fin de reforzar nuestro sistema del placer. Diamond dice que el sexo recreativo o placentero evoluciono para mantener la adhesión entre una mujer y un hombre, esto por el hecho de que la crianza de los hijos es larga, y se necesitaba de ambos para que sobrevivieran las crías [3]. Esto puede ser el antecesor del matrimonio en la actualidad.

Entonces, las estrategias sexuales en los humanos, han evolucionado como adaptaciones para atraer a la pareja. Debido a la culturización, aun podemos observar todas las variabilidades de conducta sexual en los humanos. En la actualidad en las sociedades “modernas” los métodos anticonceptivos juegan un papel importante en la forma en que las personas desarrollan su vida sexual. Podemos observar más emparejamientos para mantener relaciones sexuales con el fin único de sentir placer, y evitar la reproducción. Pero incluso en las sociedades modernas se sigue manteniendo relaciones sexuales por placer, y se obtienen embarazos no deseados. En otras culturas, por ejemplo, donde las personas van desnudas, se ha observado que la presión sexual es menor que en las culturas occidentales. El solo hecho de llevar los cuerpos desnudos disminuye la idea de mantener relaciones sexuales con fines placenteros.

Como podemos observar la culturización juega un papel importante en el desarrollo de las estrategias sexuales. Es capaz de modificarlas y diferenciarlas entre grupos humanos, o incluso entre individuos. También el desarrollo tecnológico juega otro papel importante como hemos visto. El uso de anticonceptivos por ejemplo, cambio en gran medida la conducta sexual humana y las estrategias sexuales que se llevan a cabo para satisfacerla.

Aunque no podemos dejar de lado la carga biológica. El fin último de la conducta sexual en cualquier especie es la reproducción. En especies que han desarrollado mecanismos hedónicos, el placer se convierte en otro componente de la conducta sexual. Sin embargo, en el ser humano la capacidad de raciocinio le permite manipular no solo el acto sexual, sino los componentes placenteros de este.

En conclusión las estrategias sexuales del ser humano se han transformado hasta lo que son hoy en día tanto por presiones ambientales que llevaron a cambios evolutivos durante miles de años, como por cambios culturales en cientos de años, hasta cambios en pocos años por factores diversos.

Esto lleva a pensar en una amplia gama de posibles estrategias sexuales, algunas un poco más generalizadas a toda la especie y otras más específicas de grupos o sociedades, pero todas con el mismo mecanismo biológico. Es decir, cuando una estrategia sexual difiere en los individuos de una especie, no necesariamente estamos hablando distintas estrategias para un fin, sino de la misma estrategia con diferentes variables.

Establecer e identificar una estrategia sexual en el ser humano puede ser tan complicado como contar el número de sociedades que existen en el mundo. Lo que se ha tratado de exponer es esa variabilidad que puede tener las estrategias sexuales humanas. También se ha definido que una estrategia sexual no necesariamente tiene que ser reproductiva, pero una estrategia reproductiva si tiene que ser una estrategia sexual.

Bibliografía.
1.      Buss D. (2004) La evolución del deseo, pp. 523, Alianza Editorial, Madrid
2.      Ortega, J. (2003) La vuelta al mundo en 80 polvos, pp. 204, Santillana Editores, Madrid
3.      Diamond J. (1999) ¿Por qué es divertido el sexo? Pp. 213, Debate, Madrid

1 comentario:

partheniequakenbush dijo...

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